Para una persona que, desde que tiene uso de razón, desea ser escritor, los concursos literarios son acontecimientos singulares que resultan inevitables. En primer lugar, porque permiten poner a prueba su talento y sus expectativas; en segundo lugar, porque, frente a la siempre desmotivadora rutina de la vida cotidiana, suponen un acicate que estimula la creatividad. Ciertamente, son inevitables, incluso para aquellos cuyo temor al fracaso suele paralizarlos. Y eso que, en los concursos...