¿Son capaces de imaginar a un pintor —o a un escultor— que no domine las técnicas y herramientas con las que crea su arte y que, sin embargo, haya alcanzado cierto prestigio como artista? ¿Son capaces de imaginar que las obras de ese pintor hayan sido corregidas, rehechas o ampliadas por especialistas que nada tengan de artistas y que, además, permanezcan en el anonimato? Cuesta imaginarlo, ¿verdad? Pues eso precisamente es lo que ocurre en el sector editorial: demasiados escritores...
Desde que comencé a tomarme la literatura muy en serio —digamos que desde que era un adolescente— he querido ser, además de escritor, crítico literario. Por tanto, uno de mis principales objetivos ha sido, desde que abandonara el insufrible instituto y me adentrara en la aburridísima universidad, publicar reseñas en alguno de los suplementos literarios más importantes de este país. No obstante, hace ya algunos años que mi visión idealista del mundo (que actualmente se ha...