Recomendaciones de libros
Título: Dos mil noventa y seis
Autor: Ginés Sánchez
Editorial: Tusquets
Páginas: 333
Precio: 18 euros
ISBN: 9788490663639
Ginés Sánchez (Murcia, 1962) es autor de las novelas Lobisón (2012), Los gatos pardos (2013), Entre los vivos (2015), Dos mil noventa y seis (2017) y Mujeres en la oscuridad (2018). En esta ocasión, reseñaré su penúltima novela publicada, tras la decepción que supuso para mí la lectura de Entre los vivos, por no estar a la altura de sus dos primeras y prestigiosas novelas, reseñadas en este blog.
Dos mil noventa y seis plantea, como otras ficciones anteriores (especialmente cinematográficas; en este sentido, emergen de mi memoria la serie Mad Max o su antítesis Waterland), un escenario postapocalíptico en el que el planeta Tierra, por designio de la arbitraria naturaleza (y, desde luego, debido a la conducta negligente del Hombre), ha sido despojado de recursos indispensables para garantizar la perpetuación de la vida; en este caso concreto, el agua. Efectivamente, la lluvia ya no riega las tierras de esta nueva versión de nuestro mundo y, por consiguiente, el agua es un bien escasísimo, recluido en pozos y canales subterráneos. Como consecuencia del cambio climático, la civilización humana ha sufrido una dramática involución y pervive a duras penas en la representación de pequeños grupos tribales o individuos solitarios, todos ellos gobernados por instintos primarios, en continuo peregrinaje para dar con un nuevo caladero de agua o para hallar algún tipo de redención a la que no saben darle un nombre.
La novela está dividida en cinco partes, cada una correspondiente a un periodo de tiempo en la vida de varios personajes que luchan por su supervivencia en el yermo; en total, setenta años de degradación, violencia y desolación. La sección que da título a la novela es la más extensa y funciona como nudo de la narración. Aquí –en contraposición a Los gatos pardos– la trama es simple y superficial, sostenida por algunos episodios memorables (verbigracia, la primera relación sexual entre Enis y Andera, que sintetiza con clarividente crudeza el tipo de vínculo que ha persistido entre hombres y mujeres a lo largo de la historia de nuestra especie). Cobra protagonismo, por tanto, el retrato de los personajes principales y secundarios, su evolución psicológica a lo largo de una vida de calamidades en el yermo, que es un camino sin destino, un museo de osamentas y, en suma, una incógnita existencial. Novela, pues, de personajes, redondos y fascinantes algunos: el metódico y perseverante Enis, la sentimental e indómita Andera, el carismático y despiadado Taner (porque no podía faltar un psicópata de peso en una obra de Ginés Sánchez).
Como es habitual en la producción novelística del autor, Dos mil está muy cuidada desde el punto de vista estilístico: una prosa de frases breves y punzantes, un léxico rico en matices y preciso en la representación de los conceptos; abundantes imágenes que enriquecen la lectura con sus fogonazos de creatividad. Ginés Sánchez también ha demostrado desde que debutó como novelista que está especialmente interesado en la ingeniería narrativa y, en consecuencia, en incorporar a sus trabajos elementos y técnicas originales e innovadores. En esta ocasión, por ejemplo, ha optado por un narrador omnisciente en algunos pasajes de la novela y, en otros, por ceder la voz narrativa a los personajes protagonistas: Enis y Andera. El problema es que estos no cuentan con la formación necesaria para narrar en los términos en que lo hacen, ni narran desde un contexto plausible; es más, al hacerlo, emplean los mismos recursos expresivos y estilísticos del narrador omnisciente. ¿Cómo resolver, pues, este escollo de inverosimilitud narrativa? Pues formulando la siguiente hipótesis: Andera y Enis no son realmente narradores intradiegéticos; el narrador omnisciente, manteniendo su estilo y sus recursos estilísticos, adopta las voces en primera persona de estos dos personajes, es decir, las hace suyas (insisto, en primera persona) pasándolas por el filtro de su propio lenguaje. Esta es una metodología artificiosa, aunque resulta indudable que dota de originalidad y variedad estilística a la narración.
En resumidas cuentas, esta novela no destaca por la originalidad de su temática o por la de su argumento. Sobresale por el modo en que trata el lenguaje, organiza sus elementos narrativos y, sobre todo, por el modo en que transmite el perpetuo conflicto existencial del Hombre. Es valiosa por su alcance simbólico y filosófico.
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