Hoy les traigo un artículo que, presumiblemente, les resultará de lo más revelador e impactante. Soy consciente de que los próximos párrafos les instilarán una buena dosis de ansiedad, incluso es probable que despierten en sus espíritus desprevenidos un pánico inefable. Siento desazonarlos, de verdad. Pero es imprescindible que, para garantizar su supervivencia, conozcan la realidad de los psicópatas que nos rodean.
Antes de profundizar en el asunto, conviene esclarecer el concepto de psicópata, para lo cual es necesario deconstruir el estereotipo. Digamos, pues, que el psicópata no es, en sentido estricto, un asesino en serie, como la televisión, el cine y la literatura de género nos han hecho creer. En realidad, los crímenes de sangre son una consecuencia infrecuente de la organización cerebral psicopática. Dicho de otro modo, un ínfimo porcentaje de psicópatas cometen crímenes de sangre a lo largo de su vida. De hecho, la mayoría no comete delitos (al menos graves) y, sin embargo, son capaces de devastar la vida emocional y los proyectos profesionales de las personas que los rodean, permaneciendo en la impunidad durante mucho tiempo.
¿Cómo consigue un ser tan destructivo socavar su entorno y, en muchos casos, quedar impune e, incluso, gozar de una buena reputación?, se preguntarán. La respuesta es ominosa: el psicópata tiene una inteligencia bien dotada, un pensamiento racional muy eficiente; desarrolla con facilidad habilidades sociales avanzadas; goza de un innato poder de persuasión; domina pronto el arte de la mentira, su principal arma de destrucción; y es impermeable a la ansiedad y al miedo. Esta sólida y terrorífica conglomeración de elementos aboca a todo aquel que entra en contacto con un psicópata bien a convertirse en su lacayo, bien a convertirse en su víctima.
Sintetizaré, a continuación, el retrato robot del psicópata que realiza Robert D. Hare, uno de los principales expertos en psicopatía del mundo, en su libro Sin conciencia: el inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean:
a) Mente simple y superficial: los psicópatas son, muchas veces, ingeniosos y se expresan muy bien. Pueden ser conversadores amenos y divertidos, con respuestas rápidas e inteligentes. Frecuentemente, cuentan historias poco probables, pero de alguna manera nos convencen de su veracidad. Ellos siempre quedan bajo la mejor luz. Pueden ser muy efectivos a la hora de presentarse a los demás encantadores y amables. Para algunos, sin embargo, son demasiado pulidos, se les nota poca sinceridad. Los observadores más astutos suelen tener la impresión de que los psicópatas actúan, que mecánicamente «leen un guión».
b) Personalidad egocéntrica y presuntuosa: los psicópatas tienen una visión narcisista de la vida. Se creen el centro del universo, seres superiores a los que se debiera permitir vivir según sus propias normas. «No es que yo no cumpla la ley –decía uno de nuestros sujetos–. Es que sigo mis propias leyes. Éstas nunca las he violado». Acto seguido describía sus normas como estrategias para «intentar ser a toda costa el número uno».
c) Falta de remordimientos o culpa: los psicópatas muestran una increíble falta de interés por los devastadores efectos que sus acciones tienen en los demás. Frecuentemente, lo admiten sin tapujos: no tienen sentimientos de culpa. No se arrepienten en absoluto del dolor y la destrucción que han causado y afirman que no hay razón para preocuparse.
d) Falta de empatía: muchas de las características que muestran los psicópatas –especialmente su egocentrismo, la falta de remordimientos, las emociones superficiales y la proclividad al engaño– están asociadas a una profunda falta de empatía (o capacidad para construir un «facsímil» mental y emocional de la otra persona). Parecen incapaces de «ponerse en la piel» de los demás excepto en un sentido puramente intelectual. Los sentimientos de los demás no son de su interés.
e) Persona manipuladora y mentirosa: engañar, mentir y manipular son talentos naturales para los psicópatas. Dotados de una gran imaginación y centrados en sí mismos, los psicópatas parecen increíblemente ajenos a la posibilidad –o incluso a la certeza– de ser descubiertos. Cuando se les pilla con una mentira o se les inquiere con la verdad en la mano, casi nunca se avergüenzan o muestran perplejidad, simplemente cambian de historia o intentan reordenar los hechos de manera que parezcan consistentes con la mentira. El resultado es una larga serie de contradicciones y un cada vez más confuso oyente. La mayor parte de la mentira parece no tener otra motivación que lo que el psicólogo Paul Ekman llama «el divertimento del engaño».
f) Portador de emociones superficiales: los psicópatas parecen sufrir una especie de pobreza emocional que limita el rango y la profundidad de sus sentimientos. Suelen aparecer como seres fríos y sin emociones, pero hay ocasiones en que muestran sentimientos, pero apagados. Observadores entrenados, se llevan la impresión de que actúan y de que no muestran lo que sienten. Por regla general dicen experimentar emociones fuertes, pero son incapaces de describir las sutilezas de diferentes estados afectivos.
Y ahora este definitivo fragmento del libro de Robert D. Hare: Los psicópatas están generalmente satisfechos con ellos mismos y con su paisaje interior, por mucho que éste pueda ser sombrío para los observadores externos. Ellos no ven qué mal hacen con su vida, casi no experimentan malestar y encuentran que su conducta es racional, gratificante y satisfactoria; nunca miran hacia atrás con arrepentimiento o hacia delante con preocupación. Se perciben a sí mismos como seres superiores en un mundo hostil en el que todos compiten por los recursos y el poder existente. Los psicópatas se sienten legitimados para manipular y engañar a los demás y así gozar de sus «derechos». Sus interacciones sociales están planeadas para ser ellos quienes aprovechen la malevolencia general que ven en la sociedad. Dadas estas actitudes, no es sorprendente que el propósito de la mayoría de los enfoques psicoterapéuticos no tenga efecto con los psicópatas.
Así pues, la mayoría de los psicópatas no se encuentran recluidos en las cárceles estatales, sino que están perfectamente integrados en la sociedad, convenientemente camuflados y siempre activos, al acecho de sus víctimas, deseosos de obtener lo antes posible aquello que más los excita: el poder. De modo que podrán ustedes rastrear su presencia en aquellos lugares desde los que sea posible ejercer una influencia significativa sobre amplios grupos de personas o, aún mejor, sobre el conjunto de la sociedad; especialmente atractivos para el psicópata son los cargos de autoridad pública que otorgan, ante la Ley, presunción de veracidad. Y es que no hay mayor privilegio para un malévolo mentiroso que la presunción de veracidad jurídica. Por mediación de ésta, se regodean en la impunidad durante mucho tiempo, como abyectos cachorros del diablo.
Bibliografía:
–D. Hare, Robert: Without Consciencie. The Guildford Press, New York and London, 1993.
Otros artículos relacionados con la psicopatía en este blog:
1. Los psicópatas gobiernan el mundo.
2. Patócratas
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Jose (lunes, 02 diciembre 2013 18:58)
Muy buen artíclo Juan, te felicito.
Manuel García Carrasco (jueves, 02 enero 2014 14:00)
Hola Juan,
hace mucho que no publicas ningún artículo en tu blog, ¿porqué?
Espero que todo esté bien.
Un saludo.
JSC (jueves, 02 enero 2014 14:56)
Hola, Manuel:
En estos momentos estoy escribiendo una novela bastante difícil; de modo que, hasta que no la termine, no actualizaré el blog con la frecuencia habitual. Además de escribir la novela, tengo que preparar mis clases, corregir exámenes, leer libros (por ahí tengo uno preparado de 1000 páginas), etc.
Va todo bien (o todo lo bien que le puede ir a alguien que se empeña en escribir literatura y publicarla en España).
Gracias por el interés.
Saludos.