Había yo oído hablar de Lady Gaga; había oído, asimismo, algunas de sus poderosas y estimulantes canciones, aunque no sabía que eran suyas. Y es que, si bien adoro la música, en los últimos años, sumergido más que nunca en la literatura, he permanecido al margen de los nuevos movimientos musicales (quizá porque en España, anquilosada culturalmente, habían desaparecido los estímulos satisfactorios), y ni siquiera el terremoto que es el arte de Gaga me había arrancado de mi meditación literaria.
Pero, recientemente, Gaga llamó estrepitosamente a mi puerta (un elegante estrépito, por descontado), y evidentemente aparté la literatura por un tiempo y acudí al reclamo de la artista con la certeza de que descubriría algo interesante. Lo que encontré más allá de mi madriguera de palabras fue un arte sobrecogedor, fascinante, que me dejó totalmente estupefacto. Pensé, literalmente, "cómo es posible que te hayas perdido todo esto, cómo es posible que tal revolución artística se haya desencadenado a tu alrededor y te haya pasado desapercibida". Los sentimientos de culpabilidad me invadieron, mitigados, eso sí, por mi creciente fascinación.
Después de escuchar toda la discografía de Gaga y de analizar sus magistrales performance, puedo afirmar que la artista estadounidense ha trascendido los límites del arte pop. Su enérgica propuesta artística, de una coherencia sin precedentes en la industria de la música, es sin duda paradigmática.
El de Gaga es un arte sincrético. Integra todos los conceptos medulares del arte pop y los hallazgos de los artistas más relevantes del movimiento; y a estos elementos que forman parte de la tradición les añade un exacerbado subjetivismo, de una gran complejidad asociativa, que se resuelve en barrocas composiciones formales que irradian luz, color, imaginación e ideología. Un arte camaleónico que indaga, recurrentemente, en la identidad y en la exaltación del yo. Así, Lady Gaga es al mismo tiempo raíz, fuente y espejo del arte. Es todos y cada uno de los iconos posibles. Una ambiciosa y revolucionaria propuesta artística ejecutada con maestría.
En conclusión, Stefani Joanne Angelina Germanotta (Nueva York, 1986) es, a mi juicio, la artista de vanguardia más relevante de la industria musical contemporánea y, desde luego, un genio creativo del siglo XXI.
Pasen y vean:
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Maria Consuelo Garrà (martes, 08 abril 2014 09:33)
Juan me a sorprendido negativamente que pierda el tiempo escuchando artistas que son propios de adolescentes de 15 años. Te creia una persona emocionalmente mas seria. Una pena.
JSC (martes, 08 abril 2014 11:42)
Hola, María Consuelo:
En primer lugar, no me queda más remedio que decirle que, cuando alguien escribe en público, ante un amplio auditorio, es conveniente cuidar la ortografía. Usted se ha comido la hache del verbo auxiliar haber y se ha olvidado de acentuar unas cuantas palabras. Además, en apenas tres líneas me trata de usted y de tú al mismo tiempo. Otro error. Recuerde que debemos dar ejemplo a los adolescentes a los que menciona.
En segundo lugar, Lady Gaga es, conceptualmente, la artista pop más avanzada del momento. Quizá podría usted realizar un análisis hermenéutico de su último vídeo (lo tiene justo antes de su comentario) o pedirle a un adolescente de quince años que lo haga en su lugar. Si me lo envía y está a la altura del trabajo de Gaga lo publicaré.
Saludos.
Conchi (martes, 08 abril 2014 18:31)
Consideraría usted a Lady Gaga, artísticamente hablando, una persona comparable a usted?
Y cree usted, que las obras de Lady Gaga son mentalmente superiores e incomprendidas en la triste sociedad actual en la que vivimos, como es el caso de usted y sus novelas?
JSC (miércoles, 09 abril 2014 17:01)
Hola, Conchi:
Lady Gaga es una persona extraordinariamente dotada. Soy incapaz de reconocer, en la sociedad actual, a un artista con tantos dones, que haya producido en tan poco tiempo una obra tan importante, una obra que ha marcado a su generación y que marcará la historia de la música del siglo XXI.
Mairen (martes, 10 junio 2014 05:57)
Es increíble, el que no es artista no entiende el concepto de su trabajo; una pena.