Como ha llegado ya la rentrée de 2013, he decidido hacer balance de la labor crítica que he realizado en este espacio desde la rentrée de 2012.
En tanto que me propuse en su momento no hacer recensiones de obras literarias cuya calidad no me pareciera suficientemente destacable, durante esta campaña he publicado pocas reseñas literarias; desde luego, muchas menos de las que podría haber escrito si se tiene en cuenta el número de novedades editoriales que he leído. Entre éstas, se encuentran novelas y libros de relatos de autores a los que ya había reseñado antes en este blog. Desafortunadamente, sus nuevos libros no han satisfecho mis expectativas, siempre exigentes (conviene señalar, no obstante, que algunas de estas obras han recibido alabanzas por parte de algunos críticos y periodistas culturales de este país). He de reconocer que renunciar a la recensión de un libro cuando ya me había propuesto realizarla siempre me resulta muy frustrante.
De todos modos, he leído novelas valiosas, de las cuales quiero destacar Medusa, Intemperie y, sobre todo, Karnaval. Esta última es una gran novela: ambiciosa, compleja, arriesgada y provocadora; todo lo que debe ser la alta literatura.
En cambio, me ha defraudado En la orilla, de Rafael Chirbes. Ya su anterior novela, Crematorio, a pesar de su rica y brillante prosa, no me convenció del todo: el autor aplastaba a sus personajes imponiéndoles sistemáticamente discursos ideológicos ajenos en circunstancias no siempre verosímiles. En la orilla, por su parte, es una novela convencional (la antítesis de Karnaval) que carece de tensión narrativa. Sin embargo, algunos críticos españoles la consideran una obra maestra. Disiento. A mi juicio, Chirbes es mejor prosista que novelista.
Así pues, persisto en la idea de que buena parte de los críticos oficiales de este país son demasiado indulgentes, por emplear un eufemismo.
Por mi parte, fiel a mis convicciones, en lo sucesivo publicaré una reseña literaria cada vez que llegue a mis manos una obra valiosa.
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