Como habrán intuido los que siguen mis reseñas literarias, mi principal objetivo como crítico es difundir la literatura de escritores incipientes, normalmente de mi generación (o cercanos a ella). Los consagrados no me interesan como crítico (tampoco me interesarían si me dedicara a la edición de obras ajenas). Son las nuevas voces -o las experimentadas pero minoritarias– las que necesitan apoyo y difusión. Eso sí, lo que me interesa por encima de todo es difundir obras de alta calidad literaria, o al menos textos en cuyos autores intuya potencial para escribir obras de elevado valor literario.
Desafortunadamente, últimamente no estoy encontrando valiosas cualidades literarias en las obras a las que me acerco (siempre, con la esperanza de encontrar un texto digno de una reseña elogiosa que pueda proporcionarle lectores y cierto reconocimiento). Tanto es así que, en ocasiones, me veo obligado a abandonar la lectura de un libro a mitad de camino y, consecuentemente, a abortar la reseña que tenía prevista, pues me resisto a que mi modesto blog se convierta en un potro de castigo.
Por tanto, a partir de ahora solo publicaré reseñas literarias sobre obras que, desde mi punto de vista, reúnan cualidades suficientes para ocupar este espacio crítico; es decir, la obra que ilumine este blog habrá superado un exigente proceso de selección, en el que obviamente habrá desbancado a otros textos que, a pesar de la validación de sus editores o de otros críticos, a mi juicio no merecen estar en primera línea, a la vista de todos.
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