Recomendaciones de libros
Autor: Ricardo Menéndez Salmón
Título: La noche feroz
Editorial: KRK ediciones
Páginas: 88
Precio: 9,95 euros
ISBN: 978-84-96476-94-3
Autor: Ricardo Menéndez Salmón
Título: La noche feroz
Editorial: Seix Barral
Páginas: 112
Precio: 15 euros
ISBN: 978-84-322-0935-2
Un año después de analizar las numerosas virtudes de La luz es más antigua que el amor —una nouvelle tan lúcida como difícil—, nos acercamos a la última novedad editorial de Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971), que en realidad no es más que una reedición, a cargo de Seix Barral, de una novela —La noche feroz— que el autor ya había publicado en KRK ediciones en el año 2006, con la que obtuvo además el Premio de Novela Casino de Mieres. Cotejadas las dos ediciones, podemos aseverar que ambos textos son idénticos (o prácticamente idénticos) y que, por tanto, el autor no ha aprovechado la experiencia acumulada a lo largo del tiempo para reescribir una obra que ya debía de considerar perfecta.
Lo que en primera instancia se infiere de la lectura de La noche feroz es que ya hace bastante tiempo que Ricardo Menéndez Salmón es Ricardo Menéndez Salmón (razón por la cual su literatura, arrinconada durante demasiado tiempo como la de otros escritores con talento, debería haber trascendido antes). A la luz de esta nouvelle, la denominada Trilogía del Mal (integrada por La ofensa, Derrumbe y El corrector) debería considerarse una tetralogía, pues el mal en su estado más puro es de nuevo el tema que gobierna la obra. De hecho, La noche feroz condensa, con inusitada brutalidad, todos los horrores que despliegan las novelas posteriores; es, pues, una novela catalizadora que explica y justifica las demás. Es, sin duda, el relato más duro, sórdido y pesimista de los cuatro.
Su argumento es sencillo (y el desarrollo de la trama un mero esbozo): en la ficticia localidad de Promenadia, contaminada por la onda expansiva de una guerra civil (que, por las referencias que proliferan en el texto, habría que considerar un trasunto de La Guerra Civil Española), una niña ha sido violada y asesinada con sobrecogedora crueldad. Una patrulla de cazadores implacables e inmisericordes, liderada por un cura sin escrúpulos para el que todo pecado debe expiarse mediante el derramamiento de sangre, recorre los páramos sombríos de la localidad en busca del asesino anónimo. Mientras tanto Homero, el maestro del pueblo (representante de la racionalidad y, en principio, de la rectitud moral), reflexiona críticamente sobre el entorno y las personas que lo rodean y, sobre todo, se somete a dolorosas remembranzas que dejan entrever un sentimiento de culpa cuyo origen y características apenas afloran a la superficie del relato; y lo hace, la mayor parte del tiempo, confinado en la escuela. Mientras todo esto acontece, el prófugo Labeche, maestro invocador del fuego, se acerca a las proximidades de Promenadia.
El retrato de los personajes —tanto de los principales como de los secundarios— es abigarrado y decadente; la atmósfera, por su parte, opresiva y espectral. En efecto, la novela se erige en una precisa y parsimoniosa danza de espectros que ejecutan con maestría una singular coreografía del horror. No hay atisbo de virtud en las almas de estos seres pintados con carboncillo expresionista, ni esperanza, ni piedad. No hay espacio en Promenadia más que para la degradación y, en última instancia, para la conjuración del fuego, esto es, de la luz, que es más antigua que el amor y que el hombre.
Destacan en La noche feroz, en primer lugar, la armoniosa composición de su estructura; en segundo lugar, su carácter elusivo, el modo sutil en que se dosifica la información y que, desde luego, posibilita un clímax inapelable; y, en último lugar, una prosa barroca, expresionista, cargada de imágenes deslumbrantes, como fogonazos de luz que irrumpen en la noche espectral; en este sentido, se percibe un grado más elevado de artificiosidad respecto a obras posteriores, más contenidas en lo expresivo (en cualquier caso, dicho manierismo no nos parece un defecto, sino una opción estilística que intensifica el valor moral de la obra y que, además, le confiere un aliento poético de variado cromatismo).
En resumidas cuentas, otra novela excelente de Ricardo Menéndez Salmón, una de las más logradas del autor. Nos preguntamos, no obstante, si el talento de Ricardo Menéndez Salmón estará restringido a la nouvelle y al relato breve, como lo estaba, al parecer, el de Borges; nos preguntamos, en suma, si el autor gijonés nos entregará algún día una novela extensa y compleja a partir de la cual podamos determinar con exactitud la verdadera magnitud de su talento literario.
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